viernes, 23 de abril de 2010


Se calcula que entre 30 mil y 50 mil personas deambulan por las ciudades españolas sin techo donde cobijarse


MADRID, España, oct. 4, 2006.- José es portugués. Tiene 47 años y es ex drogadicto; lleva cuatro años en España y uno viviendo en un parque en el centro de Madrid.
“Pero ellos prefieren que yo esté aquí. No que esté allí, porque ellos no confían. Ellos esperan que yo llegue ahí y haga de nuevo igual. Que yo he hecho muchas cosas de droga. Y se han gastado mucho dinero conmigo, y han hecho una casa para mí”, narra José.


Desfavorecidos
Bajo el eslogan Estar sin hogar significa mucha más que estar sin techo, Ayuntamiento y Cáritas inician una campaña informativa alentando al apoyo social, la integración y el no rechazo que necesita este colectivo: «En Cáritas creemos que las personas sin hogar son las más desfavorecidas de la sociedad y por eso colaboramos con este centro, a través de la impartición de talleres de encuadernación y otras actividades», señaló Benita Iniesta, que recordó que esta organización también colabora con la gestión del campamento para inmigrantes de La Dehesa y con los pisos de acogida y acude sistemáticamente a los asentamientos de transeúntes para atender la escolarización de los niños y la resolución de trámites urgentes. A través de sus cinco cáritas interparroquiales de la provincia, en 2007 atendieron a medio millar de transeúntes y realizaron 800 actuaciones de comida, ropa y alojamiento.
Por su parte, José Tendero recordó que el Caipsh oferta dos modalidades de estancia: una de tres días cada tres meses y, la segunda, dependiendo de las circunstancias personales de cada usuario, estancias prolongadas si cuenta con un proyecto de integración. Por lo general, «las estancias prolongadas son para personas mayores o dependientes que están esperando a ingresar en otro recurso o personas que buscan un trabajo».
Y aclaró que estar sin hogar «es una situación, no una condición, que se puede superar; diariamente salen personas del centro que reestablecen su autonomía». Pero José Tendero lamentó el alto índice de rechazo social que sufren los indigentes, a pesar de que se trata de «personas altamente vulnerable y con verdadero pánico, que están muy desprotegidas y son inofensivas».

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